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Kan Li Think

Historias en la montaña

Taoísmo y budismo

Taoísmo y budismo se confunden en China entre los misterios de religiones que no son tal, o al menos eso parece.

En nuestras investigaciones sobre los orígenes de estas dos corrientes filosóficas en el país de las artes marciales, la vinculación directa de éstas con la religión ha sido ocasional e interesada. Los gobernantes, no carentes de la perspicacia de la que hacen gala aquellos que viven de la servidumbre de otros, supieron desde tiempos inmemoriales que la religión era un sistema perfecto para inducir a la gran masa en la dirección más conveniente a los intereses particulares del gobierno. Para ello no paró de enaltecer las virtudes de lo religioso y, en una clara alternancia histórica de poderes, apoyar a unos y a otros según el contexto y los intereses para que, como fuentes de paz para los súbditos, cumpliesen su función de la mejor forma posible.

Con esta prerrogativa tanto el budismo como el taoísmo evolucionaron en su liturgia y en sus dominios alejándose ocasionalmente de sus fuentes iniciales para constituirse en comunidades relacionadas con la toma de poderes y con influencias directas sobre los gobernantes.

Historiadores y sinólogos como Henri Maspero coinciden en afirmar que no sabemos nada de cómo se introdujo el budismo en China. Existen mitos y leyendas sobre personajes concretos y situaciones muy detalladas para certificar este hecho, pero la cruda y científica realidad es que no lo sabemos. No obstante, su evolución y el desarrollo de sus diferentes corrientes si puede rastrearse a partir de los documentos encontrados en numerosas investigaciones arqueológicas. Todos ellos hablan de una transmisión muy acertada en origen de los principios fundamentales de esta filosofía de carácter aparentemente religioso.

El primer texto traducido al chino que recoge las enseñanzas budistas es el Sutra de 42 secciones, que parece ser una especie de pequeño catecismos introductorio en el que se revelan las enseñanzas de base del budismo original. A partir de dicho texto son numerosas las obras que ahondan en su estudio. 

Durante la dinastía Han, el taoísmo y el budismo se confunden y aparecen como una única religión. El primer protector reconocido del budismo, el rey de Chu, era un taoísta.  A partir de este mismo origen se suceden constantemente los casos de ambigüedad histórico religiosa registrados tanto en los textos budistas como en las alusiones que a ellos se hacen en la historia de este país. Taoísmo y budismo comparten en esencia un mismo camino místico en el que la búsqueda del Tao es comparable a la necesidad de conectar con el ser indiferenciado, y el éxtasis místico alcanzado a través de procesos alquímicos en los que la meditación juega el importante papel de acallar el motivo de todos los sufrimientos del ser humano, lo que le substrae de la realidad consciente de la que su propio razonamiento le aparta, era comparable a la experiencia nirvánica de la que nos hablan también los textos budistas.

El taoísmo y el budismo daban un papel relevante a la necesidad de realizar un control respiratorio como principio desde el que partir hacia el viaje de revelaciones en el que, el adepto, se adentra cuando comienza el estudio de estos dos caminos. Las diferencias aparecen en el momento en el que las interpretaciones racionales establecen diferentes formas de entender esta búsqueda. Los budistas por ejemplo hacen hincapié en respiraciones profundas y largas, sin retención del aliento como medio para calmar la mente, fortalecer la concentración y disponer de la fuerza suficiente para evitar las divagaciones de la mente. Los taoístas por su parte hacían hincapié en la contención del aire de forma progresiva hasta alcanzar cotas de contención verdaderamente elevadas.

De hecho, el término para traducir Nirvana es Wu Wei, termino utilizado para definir el camino de no intervención que el taoísmo predica.

Tanto las escuelas budistas como taoístas desarrollaron órdenes monacales, estructuras jerárquicas dentro de esas órdenes y otros muchos elementos que desvirtuaron el mensaje original de Buda o Lao Tse. Quizá por eso, en muchas montañas de China, siguen autoexiliándose aquellos que pretenden mantenerse limpios de los calificativos de budismo o taoísmo y practican el sendero de la búsqueda del sentido a través del desapego y la vida natural que el misticismo refleja en todas sus corrientes.

Budismo y taoísmo son manifestaciones de un interés común por comprender y por conectar con algo que va más allá de nuestra comprensión racional. Quizá en China, este fue el verdadero motivo de que ambas corrientes acabasen influyendo tanto en el desarrollo de los estilos tradicionales de Kung Fu.