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Trascender exige pérdidas

Trascender exige pérdidas

Trascender exige pérdidas. Pérdidas de hábitos que han subsistido desde mucho antes de nuestra existencia.

Estos hábitos, en la inmundicia social actual, se contaminan aún más, como si se tratase de la trascendencia de lo oscuro a través de un contexto más amplio aún que el propio individuo.

Somos luz y oscuridad y, en ambos casos luchamos contra lo uno y nos atrae lo otro. Siempre luchamos. El sabor de la derrota o la victoria nos marca, nos condiciona y el rencor nace y se asienta en nosotros coloreando todo lo que tocamos.

Como títeres descabezados bailamos al son de los ritmos que nuestras nefastas creaciones, en su afán por existir, van propiciando en un mundo que ya no es nuestro. Es de un ser mucho mayor, casi compuesto de nosotros.

Ahora más que nunca necesitamos olvidar. La conciencia asciende, la impronta de las acciones de nuestro yo pasado, aquel que nunca existe, sigue marcando el paso.

Olvidamos que fuimos tristes, holgazanes, rencorosos, malvados, iracundos, profanos, desleales, inmorales, descorteses, traidores, egoístas, injustos, temerosos, osados.

Olvidamos todo ello para forjar nuevos caminos, nuevas perspectivas y dejar libre al bien que habita en nuestro interior para que abone el campo de nuestras maltrechas almas.

Tanto conjunto, tanto grupo, tanto espacio poblado de vagabundos del alma que esparcen los estupros de sus corazones sin trabajar ni pulir, contaminando todo lo que encuentran a su paso.

Nosotros avanzamos, olvidamos, esperanzados buscamos el bien sin dejar que sus lepras respiradas nos intoxiquen el aire de nuestro espacio, uno que no es nuestro porque somos ilusiones, pero bellas.

Damos luz apagando nuestra oscuridad con el olvido. Damos la alegría de dios al mundo, olvidando que fuimos demonios sin olvidar que lo fuimos.

Serenos, buscamos el camino de la bondad, la dulzura, la calma, el amor, la lealtad, la justicia, la alegría, la voluntad, el tesón, el sentido.

Recordamos estos espacios en la tendencia que nos guía hacia algo divino que abarca nuestras dos polaridades, una acabará con nosotros, la otra también. Una nos llevará hacia lo oscuro, la otra también. Una nos pondrá frente a nosotros mismos al igual que la otra. Una vencerá sobre la otra y sólo quedará el principio que estamos destinados a ser, aquel para el que la creación se contuvo en nosotros y se expandió en nuestro interior empujando en una dirección, en un sentido que no comprendemos.

El universo entero opera a través de nuestra capacidad de olvidar para trascender recordando, qué ironía.

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